...digitalización
Érase una vez una galaxia Gutenberg convertida en constelación multimedia; un orden atómico transformado en binario, y un homo sapiens convertido en homo digitalis.
Érase una vez un mundo cambiante en que la velocidad tecnológica supera la velocidad de adaptación y comprensión del ser humano, que inmerso en el centro del huracán digitalizador no es capaz de ver con suficiente perspectiva este cambio revolucionario que estamos viviendo.
Fruto del desconcierto y de la necesidad humana de categorizar y nombrar este nuevo orden, surgen conceptos como el de Sociedad de la información o el término Globalización para designar el proceso que explica esta convergencia básicamente económica. Una ideología que las multinacionales interesadas en este nuevo orden socioeconómico intentan transmitir al resto de ciudadanos por medio de campañas de comunicación que mitifican los valores de la fraternidad mundial o la conexión entre personas. Ya sea por medio de campañas publicitarias [desde el Connecting People de Nokia al Digitall de Samsung] como con el soporte a todos los autores que padecen digitallitis aguda: empezando por McLuhan y su bucólica Aldea Global, a un Negroponte o un Gore, pasando por todo ese grupo de pseudogurús que nos explican desde detrás de su mastodóntico best-seller cuán enredado y maravilloso es el mundo que se aproxima. Sin duda, toda una producción intelectual, simbólica, que cumple la función de apoyo y justificación del dominio mundial de los Estados Unidos, expandidos planetariamente a través de sus redes.
En esta implementación del monopolio comunicativo, económico, y en definitiva, político, de los Estados Unidos, los aspirantes a gurús no se cansan de repetir a los espectadores cuán contentos de debemos estar que Internet llegue a unir a todas las personas del planeta, que se superen las barreras del espacio y el tiempo y que esta nueva tecnología llegue a superar el estado de la burocracia del vuelva-usted-mañana por un supraestado más allá de los límites territoriales: sin duda, el sueño neoliberalista plenamente realizado.
...y globalización
Pero, por sorpresa de todos estos conglomerados empresariales y de los gobiernos que los apoyan, surgen entre este asfixiante pensamiento único algunas voces discordantes. Y es en este punto donde podemos situar las protestas de Seattle del año pasado, un rechazo al sistema que el sociólogo Edgar Morin considera de tal importancia que sitúa en ésta fecha el principio del siglo XXI. En definitiva, no más que unas voces discordantes frente a un tanque que no piensa frenar en su camino hacia la Globalización, la utopía de todo Bill Gates que espera ver el despertar de un orden plenamente digital tras una ventana/windows estándar mundial.
Ante el desconcierto que provocan todos estos cambios, los agentes "analógicos" del orden todavía hoy imperante (gobiernos, partidos políticos, instituciones, etc.) han sentido la necesidad de subirse al carro de las nuevas tecnologías sin cuestionarse, en ningún momento, el orden implícito que éstas comportan.
...ciudadanos idiotas
La estructura socioeconómica del mundo se organiza cada vez más en redes globales. Si bien las empresas se están empezando a adaptar a esta nueva estructura con bastante rapidez y eficacia por medio de las megafusiones (Time Warner + AOL por ejemplo), el sistema político presenta un grado de adaptabilidad mucho menor y justo ahora empieza a replantearse las necesidades de informatizar las administraciones.
Ante esta interconexión mundial las personas se basan cada vez más en su identidad, mostrando una tendencia creciente hacia el individualismo, que en política puede entenderse como un 'idiotismo' en el sentido etimológico de la palabra.
Una sociedad más idiota y más escéptica hacia la política en general y los representantes políticos en particular; un hecho al que no sólo ha contribuido el comportamiento altamente reprochable de los políticos sino, y sobretodo, la comunicación política llevada a término hasta el momento. Una comunicación en la que se prefiere transmitir la confrontación y el escándalo antes que la poco espectacular actividad política habitual.
Con todo, la mayoría de ciudadanos tienen una opinión formada sobre cómo se tendría que organizar el mundo, y en este punto estamos de acuerdo con el sociólogo Manuel Castells, que considera que los jóvenes "son superpolíticos, pero desconfían de partidos y gobiernos (...) no son apolíticos, sino metapolíticos". Es decir, que encontramos una inquietud hacia la res pública que no se ve satisfecha con el actual sistema político, en el que la posibilidad real de participación se reduce al mínimo.
Los ciudadanos somos convocados una vez cada cuatro años para expresar nuestra conformidad o no con la continuidad política, en una elección entre dos tonos de un mismo color, con los mismos representantes políticos desde hace años; y una vez hemos decidido entre no más de tres posibilidades de voto útil volvemos a nuestros hogares donde continuaremos nuestra función de espectadores del circo político, difuminados como un grano de arena formando parte del arenal de la opinión pública... Una vez dispositada la papeleta ya no volvemos a importar hasta la próxima convocatoria, en la que volverán a empezar la lucha política por nuestros votos, en la que seremos adulados y recibiremos promesas imposibles hasta las 12 de la noche, hora en la que los resultados se desvelan y el vestido mágico de la cenicienta retorna a su estado natural, y los ciudadanos al nuestro, que es permanecer detrás de la pantalla formándonos la imagen política que los medios permiten que nos formemos.
Ante estas posibilidades de participación política es comprensible que la gente sea cada vez más idiota defendiendo lo que realmente le interesa y le toca de cerca.
... ciudadanos escépticos
Llegados a este punto podemos constatar como la idílica definición de democracia no es sino un concepto utópico en nombre del que se lleva a término un reparto de poder que sólo tiene en cuenta el ciudadano en el momento de pedirle su voto y al que se escucha como una voz integrada en la masa, una voz difusa que los políticos escuchan como quien oye el tiempo meteorológico (para saber que chaqueta ponerse) una voz que algunos han llamado opinión pública.
Esta democracia de procedimiento o representativa que actualmente encontramos en la mayoría de países desarrollados no es la única forma de llevar a cabo la democracia, aunque muchos analistas consideren que es la única forma factible de gobernar democráticamente.
La democracia, en su sentido más estricto, consiste en que los ciudadanos gobiernen el Estado, entendiendo que todos somos iguales y que por tanto nuestras deliberaciones son igualmente válidas.
En su origen, en la Grecia clásica, la democracia era participativa y permitía que todos aquellos que fuesen ciudadanos participasen de forma activa en la actividad política... ¿suena utópico, verdad?
Muchas de las razones que se han dado para justificar la democracia representativa argumentan que el proceder de la democracia griega es logísticamente imposible teniendo en cuenta el enorme número de ciudadanos que componen hoy en día un Estado, cosa que no pasaba en las pequeñas ciudades-estado griegas. Si el problema logístico desapareciese ¿Cuál sería entonces la excusa para mantener una democracia tan indirecta?. Seguramente se argumentaría sobre la incapacidad de la mayoría de los ciudadanos de tomar decisiones de tipo político. Y en el caso hipotético que se considerase la posibilidad de la democracia directa gracias al uso de las nuevas tecnologías nos encontraríamos otra vez ante nuevas barreras: por un lado, que los únicos con posibilidad de participar serían los ciudadanos con conexión a la red, con lo que se crearía un abismo entre la gente on-line y la off-line, como los grandes gurús ya hauguran que pasará no tan sólo en ámbitos de participación pública sino en todos los ámbitos de la e-person.
...interconexión
El sistema político actual ofrece al ciudadano medio pocas posibilidades de participación, de manera que éste, busca canalizar su necesidad de acción cívica por medio de asociaciones y colectivos entorno a sus intereses más específicos. En Cataluña podemos observar como este tejido asociativo es de una densidad y variedad enorme, lo que nos lleva a pensar que realmente hay ganas de participar y que el escepticismo hacia la política no se debe tanto a un idiotismo ciudadano sino a una frustración en las expectativas de participación en el actual sistema político.
Como ejemplo de esta voluntad de acción ciudadana encontramos la consulta popular sobre la abolición de la deuda externa del Estado Español que se realizo en Cataluña paralelamente a las Elecciones Generales. Aunque la consulta no contó con apoyo institucional e incluso fue saboteada en algunos casos por las fuerzas del orden, ha conseguido unos índices de participación altísimos.
Una de las formas de difusión de esta campaña fue Internet, sobretodo por medio de listas de distribución organizadas y con la petición a los receptores del mensaje de reenviar el e-mail a todos sus conocidos. Y la acción funcionó y los correos electrónicos de la gente enred@da, gente que establece relaciones habituales con otras personas, vía Internet, recibió varias copias del mensaje, remitidas por diferentes personas conocedoras de su dirección electrónica.
...comunidades virtuales
Y es que este nuevo medio de comunicación que es Internet permite la reagrupación de las personas por afinidad, a partir de listas de discusión, forums y otras iniciativas que intentan reunir personas con intereses comunes, superando todo tipo de barreras territoriales, institucionales y de tiempo.
Los grupos de presión encuentran en Internet la tecnología aliada para estructurarse y tener más poder. Las comunidades se vertebran ya no bajo parámetros territoriales sino según afinidades. El conjunto de comunidades forman en su conjunto una macrosociedad virtual que tiene en común un mismo espacio de comunicación: la world wide web.
Entre estas asociaciones que encontramos en la red, destaca la Comunidad de Internautas, un grupo de los más heterogéneo que tiene en común el hecho de navegar por las autopistas de la información; o de ahogarse por carreteras comarcales de peaje, según el caso.... La comunidad de Internautas quieren una Internet más accesible, y para ello se presentan como grupo de presión ante el gobierno con tal de conseguir el establecimiento de medidas como la tarifa plana.
A su vez, los partidos políticos, conocedores de esta demanda, se presentan a esta comunidad con diferentes ofertas con el fin de captar su voto, ya que son conscientes que el 91% de los integrantes de esta comunidad tendrá en cuenta las promesas políticas sobre Internet en el momento de decidir a quién votar, o abstenerse.
Los diferentes partidos políticos, conocedores de la influencia de la influencia de la Comunidad de Internatutas y de la necesidad de lanzarse al ciberespacio, basan sus propuestas sobre telecomunicaciones en fantásticas promesas de tarifas planas y discursos tecnoptimistas para intentar seducir este colectivo, aunque todo el mundo sabe que después se hará lo que le salga mejor ($) al señor Villalonga-Aznar y a sus cien colegas de las stock options.
...comunicación política en la red
Una promesa específica para cada target: subiremos las pensiones dicho a los pensionistas, bajaremos los impuestos a los contribuyentes, y un tendréis-tarifa-plana a los internautas. ¿No es maravilloso oír lo que cada uno quiere oír?
Pues sí, cada vez más la comunicación política deja de ser una comunicación de masas con un discurso global reducido al gusto de todos para pasar a la one to one promise con la que los políticos se dirigen a cada uno de nosotros para hacernos las promesas que más nos convienen como idiotas (término referido a la persona que sólo se preocupa de sus intereses, pero que también recoge el significado habitual en el caso del tracto que los ciudadanos recibimos por parte de los políticos durante la campaña -su época de celo-).
¿La creciente tendencia hacia las promesas personalizadas denota la preocupación de los políticos hacia los ciudadanos? Evidentemente, su interés por nosotros es poco más que el deseo de nuestro voto, pero lo que sucede es que los políticos, al igual que las empresas, tienen a su alcance un extenso conjunto de indicadores sociales que nos radiografían de pies a cabeza y a partir de los cuales llevan a cabo las campañas personalizadas en la que se crea la ilusión que entre el representante político y cada uno de los ciudadanos hay una relación directa y casi personal.
El más ingenuo se preguntará: ¿y cómo se lo hacen para dirigirse a cada uno de los ciudadanos... ? ¿Son cómo los reyes magos?. No, los políticos no han desarrollado en don de la ubicuidad, aunque la percepción que podamos tener a través de los medios de comunicación nos pueda hacer pensar que sí, sino que están empezando a dejarse asesorar por expertos en marketing directo, y tratando a los ciudadanos como targets a los que dirigir unos mensajes previamente analizados, procesados y convenientemente confusos para que produzcan sobre nosotros los efectos deseados: crear la voluntad de votar de un determinado partido político y fabricarnos una imagen de marca con un método no muy diferente al usado en la publicidad de una marca de detergente o una sopa instantánea.
Pero aunque los políticos se van adaptando poco a poco a estos cambios, ven con bastante recelo este nuevo orden digital que surge sin su regulación. Y es que no hay ningún organismo mundial que regule Internet en lo que se refiere a contenidos o en su manera de ser, sino que lo más que se ha llegado a crear son organismos que regulan los estándares tecnológicos.
Muchos ven en Internet un caos peligroso para la integridad del orden analógico, un espacio sin ley ni orden en el que cuesta mucho perseguir el delito, un metaespacio más allá de las barreras de cualquier país que puede acabar reduciendo el papel de los diferentes aparatos de estado a mínimos. El mundo cambiará, pero dudan que lo haga en la dirección que les conviene.
Casi nadie pone en duda que el mundo cambiará con la implantación de las nuevas tecnologías, pero el grado de cambio y la naturaleza de éste es lo que nos queda por averiguar. Innis y su alumno McLuhan, ya señalaron que con cada nuevo medio de comunicación se habían precipitado unos determinados cambios políticos a lo largo de la historia. La radio fue el medio de Roosvelt, la televisión fue el medio de comunicación de Kennedy e Internet el de una becaria arrodillada en la entrepierna de Clinton.
En España, Franco se sirvió de la radio y creó una Televisión Española a 'su imagen y semejanza', que después han reutilizado igual de tendenciosamente socialistas y populares. Los últimos años del siglo XX han visto aparecer un nuevo medio en que empiezan a marcarse las diferencias (presupuestarias) de los diferentes partidos políticos, y en el que ha tenido lugar una interesante ciberdisputa electoral en las recientes Elecciones Generales del 2000.
Pero Internet no sólo permite la propaganda de los políticos, sino que a un solo clic de distancia se encuentran los detractores de los diferentes partidos políticos y de la política en general que atacan sin cesar las webs políticas de todo el mundo. Para Clinton, Internet no ha sido ningún aliado, ya que ha sido fuente de difusión masiva de sus escándalos y un blanco de ataque de muchos hackers que han intentado por todos los medios asaltar las páginas de la Casa Blanca, o más recientemente, manipular las respuestas de Clinton en una entrevista a la CNN. Ataques que se han ido repitiendo a lo largo de todo el mundo contra sus respectivos gobiernos; unos ataques que podemos situar dentro del marco de la protesta de Seattle del año pasado, una muestra del sentimiento anti-sistema que sienten tantos ciudadanos decepcionados de la política, al menos, tal y como se entiende actualmente.
Los políticos reaccionan a los ataques de muy diferentes manera, desde la prohibición al acceso a la "red de las diez mil dimensiones en el cielo y en la tierra" de muchos países orientales a un intento paternalista de regulación de contenidos y de acceso a la infraestructura en países más 'democráticos'. Intentando en todo momento regular y crear barreras en lo que en su naturaleza algo inestable, anárquico y caótico: el ciberespacio.
Pese a las dificultades de los que intentan perpetuar caiga quien caiga su poder analógico, la red se expande cada vez más llegando a más personas y permitiendo la difusión y recepción de información muy diversa. Y es aquí donde encontramos la gran diferencia con el resto de medios de comunicación.
Las imprentas, las radios o las televisiones son fácilmente censurables ya que son muy pocos los productores de unas informaciones que se dirigen a muchos; en cambio en Internet no es posible la revisión de todos los contenidos publicados; y en el caso que fuese posible, tendríamos que pensar quien tiene la autoridad moral de hacerlo.
Hoy, uso técnico de la informática... Mañana?
El uso técnico de la informática aplicada al proceso electoral empieza en los años 80, cuando se informatizan las bases de datos de los censos, y se empieza a dejar constancia 'digital' del recuento de votos. Pero no fue hasta la campaña americana del 1994 que Internet tuvo protagonismo político en tanto que difusor de información ( = propaganda) y como espacio para el debate político.
Y desde 1994 hasta la actualidad las posibilidades de la red no han mejorado más allá del cambio de diseño de la página web para hacerla más atractiva: el mítico paso del fondo de textura a la animación Flash, sin que esta evolución haya supuesto un intento de explotar las capacidades bidireccionales que ofrece Internet sino en casos muy reducidos y de escasa repercusión. El único cambio que tendríamos que destacar en el desarrollo de las webs políticas americanas ha sido un incremento en la interacción 'contributiva', en el sentido que desde 1998 han aumentado espectacularmente el número de webs abiertas a l'e-money de los internautas. Marcando un antes y un después de la aceptación de donativos electrónicos, una fuente de recaudación que ya hay que considerar con cierto respeto si se tiene en cuenta las cantidades de dólares que se recaudan.
Y ya tan sólo por en este sentido económico, el desarrollo de las webs políticas en Internet ya les es de utilidad a los políticos americanos. Pero en lo que refiere a la influencia que este medio tiene para captar votos todavía queda mucho camino por recorrer. Un hecho que no deja de ser sintomático del sistema neocapitalista en que vivimos, en el que es más fácil recaudar dineros que captar votantes.
El ejemplo más claro lo tenemos en el archimillonario Forbes, que ha gastado todo y más en su e-campaign, contando con los mejores expertos en comunicación en Internet. Pese a l'e-$-fuerzo de Forbes los ciudadanos no lo han apoyado lo suficiente y ha decidido retirarse; ¡y eso, con una de las mejores campañas electrónicas!
Eso nos puede llevar a plantearnos el perfil del internauta que visita webs políticas que según los estudios es una persona de unos 41 años que el 96% de los casos votará teniendo claro de antemano que opción escogerá. Es decir, que se trata de gente con ideas políticas ya formada a los que costará menos donar dinero que dejarse convencer por una web fascinante de otro candidato.
"Spain is different"
Pasemos ahora a los dominios .es, y visitemos las webs que los diferentes partidos políticos han puesto al día para las pasadas elecciones... descubriremos que en este nuestro Estado no se ha pasado del primer estadio en la comunicación política por Internet. Un uso que se limita prácticamente al repicado informático de la información ya presente en otros medios y soportes y que en muy pocos casos está pensada específicamente para su difusión por Internet. Entre todo este conjunto de webs políticas que han surgido como setas durante la última campaña electoral hemos estimado conveniente establecer tres grupos para poder examinarlas:
1. Webs de partidos políticos. Prácticamente todos los partidos políticos tienen su propia web, desde Ruiz Mateos a la espectacular web de Aznar, pasando por la caótica web de los Verdes al diseño de última generación de Esquerra Republicana. Las diferencia entre las webs se debe más a la inversión, que va desde la carísima web del PP a la de los Verdes, que da toda la impresión de haber sido implementada por cuatro amigos que sabían algo de html. Todas ellas tienen en común una edición que no tiene en cuenta el medio electrónico y las posibilidades de participación, que en la mayoría de casos se reducen a la posibilidad de enviar un e-mail a no se sabe bien quien (y que no siempre responden). Hay que destacar, no obstante, la web del PP, que realmente consigue confundir a sus visitantes con la gran cantidad de espacios en los que es posible opinar y en los que, además, publican tu opinión por muy antiPP sea la aportación.
2. Webs sobre las elecciones. Muchos portales de Internet y otras webs con pretensiones generalistas han dedicado especial atención a las elecciones generales del 2000, creando páginas propias en las que si se ha visto una gran voluntad de explotar las diferentes posibilidades del medio Internet. Entre estas podemos destacar el espacio de política de LaMalla, el seguimiento informativo de la web de Telecinco o el canal de Terra dedicado a política, junto con otras webs específicamente políticas, que también se han bolcado en la campaña, com Politicsweb, EleccionesGenerales, Epolis, PoliticsOnLine, Webelectoral, etc.
3. Webs sobre democracia electrónica. Este tercer tipo de webs son las que están explorando nuevas formas de participación política por medio de Internet. Hay que destacar entre estas páginas Democràciaweb, una iniciativa de la Fundación Jaume Bofill que tiene como objetivo la promoción de la democracia electrónica así como acercar el Parlament de Catalunya a los ciudadanos (Parlament On-line, que nos permite no tan sólo conocer su funcionamiento sino también presentar esmenas y recibir feedback); el resto de propuestas provienen sobretodo de Estados Unidos, donde los defensores de la democracia electrónica constituyen un grupo de presión definido con fuerte implantación en la red.
Entre las conclusiones a las que llegamos tras analizar las webs políticas podemos afirmar que aunque empiecen a surgir propuestas de innovación política por medio del uso de las nuevas tecnologías, la tendencia mayoritaria es el uso funcional de la informática y las redes para agilizar un proceso electoral que sigue siendo esencialmente igual.
Es decir, que el hecho que los partidos políticos hagan propaganda a través de Internet e intenten captar más votos (y en el caso americano, más $), la función principal de la informática en las elecciones es realizar las listas censales y el recuento de votos de la forma más automatizada posible, haciendo posible conocer los resultados de las elecciones en el mismo momento en que están siendo escrutados los votos.
...todo igual, pero digital
Nada cambia en el proceso político, sino, acaso, en la representación del espectáculo mediático que cada vez pretende ser más entretenido; como si de una retransmisión de fútbol se tratase: dos equipos vestidos de diferentes colores, unos marcadores cambiantes, unos comentaristas de primera línea que acaban por animar la retransmisión en aquellos momentos en que no se produce ninguna información relevante; y finalmente, un equipo ganador que salta a la calle a celebrar la victoria. Y no falta Gil, que como nosotros, ha visto la gran similitud entre el fútbol y la política y se apunta a ambos espectáculos.
Así que las nuevas tecnologías se aplican de forma instrumental al proceso electoral con el objetivo de agilizarlo. En esta línea, el País Vasco está desarrollando un sistema que permitirá el voto electrónico, de manera que será posible votar desde casa [siempre y cuando tengamos la suerte de estar conectados...]. Una medida que hemos de valorar muy positivamente porque facilita el acto de voto hasta tal punto que es tan fácil como comprar un libro en Amazon, cosa que podría incrementar la participación política... pero también podría provocar una votación irreflexiva, tal como argumentan algunos de los detractores de la democracia electrónica.
...¿democracia electrónica?
Sí, la instantaneidad de estas consultas electrónicas podría dar lugar una decisión irreflexiva, fruto del fast thinking, del zapping intelectual del pensamiento internáutico. Pero bien podemos argumentar que justamente un medio como Internet nos permite acceder a mucha información que no obtenemos a través de otros medios y que nos puede ser de gran utilidad en el momento de decidir nuestro voto.
Otra de las argumentaciones en contra de la democracia electrónica y que ya hemos comentado al principio de nuestra reflexión es el grado de madurez política de los ciudadanos; una madurez que ponen en duda todos aquellos que prefieren la existencia de unos políticos "profesionales". Podríamos preguntarnos si esta incompetencia política que supuestamente no les permitiría gobernar convenientemente ya les permite hoy en día votar con suficiente madurez... lo que nos llevaría a una teoría muy peligrosa que considera la gran masa inmadura políticamente, por lo cual se proponen gobiernos que dan la espalda a los ciudadanos y se erigen en tiranías camufladas de democracia. Igualmente, en el caso que pudiésemos detectar una formación política muy deficiente en los ciudadanos de una Estado habría que preguntarse si no se trata de un problema en la transmisión (y sobretodo aplicación) de los valores democráticos ya desde la infancia; ya que la vida en rebaño que llevamos desde pequeños aprendemos que la única manera de expresar una opinión divergente es haciendo una sucia pintada en la calle o colgando una página subversiva en Internet; ya que ni las instituciones ni los medios de comunicación de masas no están abiertos a planteamientos que se salgan de los que entran en sus temas y las argumentaciones propias de su agenda/programación.
...última reflexión
Una última reflexión que viene a condensar las anteriores, aunque no surja con la voluntad de resumen, es la preocupación por la escasa difusión ciudadana que tienen tanto los proyectos de consulta electrónica on-line como teorías tan sugerentes como la de la democracia electrónica.
La mayoría de ciudadanos no conocen estas propuestas porque no forman parte de la agenda de los medios de comunicación de masas, y dudamos, que lleguen a formar parte de ella, ya que una de las características más paradójicas de la democracia en la que vivimos es que nunca se pone en duda el mismo concepto de democracia, palabra que se asocia por defecto a libertad, a ciudadanía y todo un campo de palabras que hacen referencia a un armónico sistema político que, si lo consideramos en su aplicación actual, ni de lejos ha explotado sus posibilidades democráticas. Una ciudadanía que padece una alfabetización informática muy baja, pero sobretodo, unos ciudadanos que han perdido la consciencia que nuestra opinión es igualmente válida y que no hace falta aceptar todo lo que nos llega del medio (entendido de manera mcluhiana como la esfera pública creada por los medios).
Y un último deseo: ¡Pensemos más allá del discurso de los medios de masa, y planteémonos las posibilidades democratizadoras de Internet!