3.3) Levitación de la mano
En principio, ésta técnica de inducción procede de M.H. Erickson pero, aclara Weitzenhoffer, una de las mejores descripciones de la técnica corresponde a Wolberg, quien la consideraba el mejor método de inducción hipnótica, aún reconociendo que es el procedimiento más difícil y que exige mayor resistencia y autocontrol del hipnotizador.
Por esta razón los estudiantes poco experimentados en hipnosis tienden a eludirla, al considerar que un eventual fracaso en esta prueba les puede dejar en evidencia. Sin embargo, consideramos que la levitación de la mano, además de su probado valor como técnica de inducción, tiene una gran importancia formativa, por lo que aconsejamos al clínico novel que la aprenda cuidadosamente.
El procedimiento clásico es sobradamente conocido y sirve de base a los que vamos a exponer a continuación, introduciendo algunas modificaciones que, creemos sinceramente, dan lugar a una inducción más eficaz al aprovechar el proceso normal de la respiración y captar con mayor facilidad la atención del paciente.
En nuestra práctica diaria procedemos como sigue:
Primeramente, establecemos la dominancia manual, diestra o zurda. Aconsejamos que el paciente esté sentado, con las manos sobre los muslos, aunque puede estar igualmente tumbado en el diván.
A continuación, focalizamos la atención del paciente en la mano no dominante:
la izquierda, si es diestro; la derecha, si es zurdo. Nuestra experiencia dice que está inversión de dominancia, si bien tiene su interés (parece ser que se alcanza así un trance de mayor profundidad), tampoco es de importancia decisiva, por lo que el clínico, ya sea en casos de ambidextrismo o por otro motivo, puede escoger cualquiera de las manos, o dejarle la elección al sujeto. Sí es importante, en cambio, que las manos estén con las palmas hacia abajo.
En tercer lugar, le decimos:
Ahora, quiero que usted centre la atención en su mano izquierda (derecha). Usted sabe que tiene una mano izquierda (derecha) y eso es importante (...) Pero es todavía más importante que sienta la presencia de su mano izquierda (derecha) (...) Su grado de tensión o relajación (...), la postura de cada uno de los dedos (...), su quietud o ligero movimiento (...), la temperatura de la piel, tanto en la palma como en el dorso de la mano..., el contacto con la tela del pantalón (falda) (...)
Y puede darse cuenta que no siente la misma temperatura en la palma que en el dorso de la mano.
Quiero que ahora centre su atención en todas las sensaciones y movimientos que experimenta en su mano izquierda (derecha) y en los dedos (...) hasta los más pequeños movimientos de los dedos (...) usted va a notar que uno de los dedos empieza a moverse más y es interesante ver cuál empezará a moverse primero (...) (cuando empieza a moverse uno de los dedos), y ahora empiezan a moverse los demás dedos ligeramente y se van levantando levemente y usted, pronto va a notar que su mano se va sintiendo algo más ligera, poco a poco, (...) Al principio se levantará muy despacio, como si se fuera despegando del muslo (o del brazo de la butaca) lentamente, luego se elevará cada vez más rápido (...) y ya nota que la mano se va sintiendo más ligera y se va levantando levemente, más arriba, y a medida que va subiendo, usted va entrando en un trance cada vez más profundo (...) y sube ahora cada vez más rápida y ligeramente. Y cuando la mano toque su cara se irá deslizando en un estado de trance cada vez más intenso (...) la mano se va elevando cada vez más, más ligeramente (...) ya toca su cara y siente los ojos pesados y se van cerrando suavemente (...) (Siguen las sugestiones de profundización del trance hipnótico) [Los puntos entre paréntesis se refieren a las pausas entre sugestiones. La cursiva se refiere a las sugestiones que preferiblemente se deben impartir durante la espiración del sujeto, y la negrita, a las palabras que es preferiblemente pronunciar durante la inspiración. La primera parte de las sugestiones debe darse hablando de forma coloquial. Cuando los dedos empiecen a moverse, se asociarán las sugestiones al ritmo respiratorio].
La técnica de la levitación de la mano puede suponer una verdadera prueba de autocontrol y resistencia para el clínico que empieza su andadura en el terreno de la hipnosis. Sin embargo, es cierto que constituye una excelente técnica cuyo valor real no se reduce simplemente a la inducción, sino que asimismo sirve, convenientemente utilizada, como técnica de profundización, y para producir otros fenómenos, como la anestesia de guante.
La levitación de la mano, tal como la acabamos de exponer, tiene la ventaja de que utiliza el efecto inconscientemente mecánico de la respiración, ya que en la fase de inspiración se tiende de forma automática a elevar ligeramente el antebrazo y la mano correspondiente. Además, el procedimiento que aconsejamos aprovecha tanto el significado como sus posibilidades de evocación fonética, -"ligero", "elevar", "levantar", "levemente"-, para, formulados selectivamente en la fase de inspiración, producir el efecto deseado. Naturalmente, es fundamental asimismo sincronizar al ritmo y contenido de las sugestiones con la respuesta que vaya dando el sujeto.
Una utilización novedosa de esta técnica (al menos, no conocemos que ningún autor la haya propuesto) es como un eficaz medio de profundización del trance.
Esto puede conseguirse de varias formas. La más lógica es enfocarla como una continuación de la técnica de inducción que acabamos de exponer. Una vez se ha logrado la levitación de la mano y ésta ha tocado la cara del sujeto, le diremos:
"Mientras su mano permanece en lo alto, usted puede sentir que se va introduciendo en un estado de trance cada vez más intenso (...) y usted (nombre del sujeto) a medida que va escuchando mis palabras irá sintiendo su mano izquierda (derecha) de nuevo algo más pesada, y cuanto más le pese se irá deslizando en un trance más profundo (...) y yo contaré de uno a tres, y a cada número que yo cuente sentirá que su mano va pesando cada vez más, y cuando diga ¡tres! Sentirá que su mano estará muy pesada, la soltará de repente y dejará caer sobre la pierna (o sobre el brazo del sillón)...uno...dos...¡tres! (el sujeto relajará bruscamente el brazo y la mano caerá de la forma indicada). Relájese por completo y duérmase profundamente...[los puntos entre paréntesis se refieren a las pausas entre sugestiones. La cursiva, se refiere a las sugestiones que preferiblemente se deben impartir durante la espiración, y la negrita, a las palabras que es preferible pronunciar durante la inspiración].
Este procedimiento merece una explicación. Durante la fase de levitación de la mano, el sujeto se halla sometido a un sobreesfuerzo evidente, hasta el punto que este método podríamos considerarlo como una técnica de inoculación del estrés inducida hipnóticamente. Es, por ejemplo, fácilmente observable que mientras levita la mano, la respiración del sujeto se hace más agitada. Si, además, palpamos el antebrazo y brazo del sujeto, comprobaremos con frecuencia que se hallan en un estado de catalepsia al menos parcial.
Si una vez culminada la levitación (fase de inducción) abordamos la siguiente fase de profundización hipnótica con la dinámica opuesta, la reacción natural del sujeto será de una repentina relajación, - tanto del brazo como global -, que convenientemente aprovechada, constituye un excelente camino para alcanzar rápidamente un grado de hipnosis medio o incluso profundo.
Según lo expuesto, el esquema es el siguiente:
Levitación de la mano
(Inducción)
Ligereza
Catalepsia
Inspiración
Descenso de la mano
(Profundización)
Pesadez
Relajación
Espiración
Efectivamente, como el lector habrá observado, mientras en la levitación las sugestiones clave se imparten durante la inspiración, en el descenso de la mano se formulan durante la espiración.
Si bien la técnica de descenso de la mano es un procedimiento que deberíamos haber expuesto en el capítulo próximo, dedicado a los métodos de profundización del trance hemos creído aconsejable hacer una excepción y exponerla en este apartado ya que constituye la continuación natural y lógica de la técnica de levitación.
En el apartado siguiente exponemos otra modalidad de la levitación de la mano como variante del método fraccionado.
La mayoría de los autores exponen el procedimiento de la levitación de la mano y pasan luego a otros fenómenos hipnóticos "dejando", aparentemente, al sujeto con la mano indefinidamente en alto, cosa que no suele suceder en la mayoría de los casos. Hemos preferido pues, exponer el ciclo completo de levitación (inspiración) - descenso (espiración).
El valor de la técnica de la levitación de la mano no se agota en su empleo para la inducción hipnótica. Se trata de un procedimiento cargado de simbolismo que puede ser utilizado por el clínico hábil en el transcurso de la terapia para tratar toda una variedad de trastornos: depresión, disfunción eréctil, etc, así como medio para producir otros fenómenos, como la anestesia de guante.
3.4) El método fraccionado
El método fraccionado, o técnica de Vogt, está considerado como uno de los más eficaces para el tratamiento de sujetos resistentes a otros procedimientos, o bien para inducir un estado de trance muy profundo, como señala Weitzenhoffer.
Básicamente el método fraccionado consiste en la rápida alternancia de cortos períodos de trance y vigilia. La práctica demuestra que en cada fase de hipnosis el paciente va cayendo en un trance cada vez más profundo, costándole un poco más, cada vez, despertarse al cumplir cada ciclo de trance y vigilia. Nuestra experiencia es que después de tres ciclos, la mayoría de los pacientes se encuentran preparados para una
hipnosis media o profunda, aún en los casos que presentaban fuertes resistencias con otros procedimientos.
En su aplicación clásica, el método fraccionado es el siguiente:
Una vez que se ha hipnotizado el sujeto con alguno de los procedimientos habituales, y suponiendo que se halla en un trance ligero que se desea profundizar, se le advierte: "Le voy a despertar dentro de unos segundos... Cuando yo chasquee los dedos (u otra señal establecida, como tocarle el hombro, la mano, etc), usted despertará completamente, pero en seguida volverá a sentir que los párpados le pesan, deseará cerrar los ojos de nuevo y se dormirá más profundamente.
A continuación, se procede a despertar al sujeto siguiendo al pie de la letra las instrucciones acordadas, e igualmente, se le vuelve a hipnotizar agregando sugestiones de profundización (si bien nuestra experiencia indica que la mera alteración vigilia-hipnosis suele ser suficiente para profundizar el trance. Este procedimiento, como hemos indicado, es suficiente repetirlo unas tres veces, aunque a veces basta con dos y, en cualquier caso, no hay inconveniente en repetirlo en cuatro o más ciclos.
La técnica del fraccionamiento tiene multitud de variantes, algunas de las más conocidas vamos a exponer a continuación:
Una de las variantes principales consiste en preguntar al sujeto, una vez despierto, qué componentes sugestivos de la inducción previa (determinadas palabras, tonos de voz, sensaciones, etc) han contribuido con mayor eficacia a la inducción del trance, con la finalidad de incorporar selectivamente estos elementos a la siguiente inducción fraccionada combinándolos con sugestiones de profundización. Como señalan tanto Kroger como Weitzenhoffer, es uno de los procedimientos más eficaces
con los pacientes que tienen dificultades para desarrollar un trance profundo. Una de las claves de éste método radica en eliminar las sugestiones que previamente se revelan como ineficaces, o a las que puede presentar resistencias.
Otra variante consiste en alternar los ciclos trance-vigilia sin impartir sugestiones de repetición, como explica Weitzenhoffer. Sencillamente, el clínico se limita a hipnotizar, despertar y rehipnotizar al paciente sin previo aviso y en rápida sucesión. La ventaja de este proceder es que induce en el paciente un estado de confusión mental selectiva que puede ser habitualmente utilizado por el clínico para combatir hábitos y pautas mentales muy arraigadas en el paciente.
Una tercera variante del método fraccionado consiste en combinarla con la levitación de la mano. Se puede utilizar tanto en el proceso de inducción como en el de profundización.
Aconsejamos utilizar la levitación de la mano siguiendo las instrucciones impartidas en el apartado correspondiente. Pero en su versión fraccionada, y para profundizar el trance se procederá como sigue:
"Dentro de unos momentos sentirá que la mano le pesa y caerá completamente relajada sobre su muslo(...) pero tan pronto caiga, volverá a sentirla nuevamente ligera y se volverá a levantar gradualmente y cada vez más rápido (...) y cada vez que su mano caiga con todo su peso usted caerá en un profundo sueño(...) y cuando su mano se vuelva a levantar después, su estado de trance se hará todavía más intenso (...) y todo esto, bajar y subir, ocurrirá repetidamente, varias veces, hasta que caiga en un trance muy profundo..."
[Los puntos entre paréntesis se refieren a las pausas entre sugestiones. La cursiva se refiere a las sugestiones que preferiblemente se deben dar durante la espiración del sujeto, y la negrita, a las palabras que es preferible pronunciar adaptándose a la inspiración].
A continuación, se imparten alternativamente las sugestiones de levitación y pesadez de la mano según hemos explicado en el apartado anterior.
A nuestro juicio, la principal ventaja del método fraccionado con la levitación de la mano consiste en favorecer una colaboración más activa y personalizada del paciente en el proceso hipnótico.
3.5) Inducción mediante imágenes idiorretinales
Esta técnica se basa en la persistencia de las imágenes una vez cerrados los ojos.
Puede utilizarse para el efecto cualquier fuente luminosa de mediana intensidad. En nuestra práctica, le pedimos al paciente que mire fijamente una de las lámparas del despacho o, mejor aún, una linterna-lápiz.
Recomendamos que las sugestiones de inducción sean, aproximadamente, como siguen:
"Mire fijamente la lámpara (o cualquier otra fuente luminosa) y procure parpadear lo menos posible, siempre que no le resulte incómodo (...) permanezca así, mirándola unos segundos (...) usted notará que el punto luminoso se irá haciendo más brillante y absorbiendo su atención poco a poco, cada vez más (...) (pasado un tiempo variable de fijación - entre 1 y 2 minutos suelen ser suficientes -, se apaga el estímulo luminoso y se le dice al paciente:) Ahora cierre los ojos y contemple la imagen interna de esta luz, que se le aparecerá en negativo (...) fije su mirada interior en esa luz y observe como aparece y desaparece, cómo se mueve y cambia (...) y mientras se va dando cuenta de todos estos cambios, se va deslizando suavemente en un profundo trance (...) y puede contemplar también muchos puntitos brillantes y de colores, como un cielo estrellado (...) y mientras los contempla con todos sus cambios, usted se va sumergiendo en un estado de trance cada vez más profundo y así se da cuenta de que se va durmiendo cada vez más, duérmase profundamente (...) (Siguen las sugestiones de profundización). [ Los puntos entre paréntesis se refieren a las pausas entre sugestiones, La cursiva se refiere a las sugestiones que preferiblemente se deben dar durante la espiración del sujeto, y la negrita, a las palabras que es preferible pronunciar adpatándose a la inspiración].
Según nuestro criterio, en este tipo de inducción las sugestiones adaptadas al ritmo respiratorio sólo se deben dar en la segunda parte, cuando aparecen directamente las sugestiones de sueño, y así lo hemos consignado.
Este procedimiento hipnótico se basa en los postefectos figurales, bien estudiados en psicología de la percepción y en cuya explicación no podemos entrar aquí. Para nuestro propósito lo más importante es subrayar que la técnica de las imágenes idiorretinales puede resultar muy absorbente y eficaz con determinados sujetos, principalmente los que tienen una capacidad natural para formar imágenes mentales intensas. Pero, curiosamente, también lo hemos empleado con éxito con sujetos que manifiestan su incapacidad para "visualizar" lo que va diciendo el hipnotizador y se limitan a escuchar pasivamente lo que éste les dice.
Asimismo, aunque no lo hemos podido constatar en un suficiente número de casos, las imágenes idiorretinales parecen ser una excelente introducción en aquellas sesiones en la que van a producir diversos fenómenos hipnóticos regresivos. Según esto, se podría pensar que la simple contemplación de la imágenes luminosas internas tiene algún efecto regresivo implícito.
En nuestra práctica clínica, en ocasiones recurrimos a la siguiente maniobra:
Si observamos que el paciente presenta una clara tendencia a mirar en una dirección determinada (por ejemplo, a su izquierda) al referirse a un suceso concreto que habrá de revivir cuando entre en trance hipnótico, al emplear este método de inducción le colocamos el estímulo luminoso en la misma dirección ( a su izquierda, en nuestro ejemplo), con resultados generalmente positivos.
Pero si lo que queremos es inducirle a imaginar hipnóticamente una conducta superadora de la limitación que ese recuerdo implicaba, le presentamos la fuente de luz en una posición diametralmente opuesta (a la derecha ).
John Munford, en su precioso librito Yoga sin esfuerzo, presenta dos técnicas basadas en las imágenes idiorretinales llamadas Yoni Mudra y Chakra Dharana recomendándolas como excelentes medios para que el sujeto pueda aislarse de los estímulos ambientales perturbadores así como para mejorar las facultades mentales de concentración, visualización y memoria.
Kroger, por su parte, recomienda una interesante modificación de esta técnica consistente en pedir al sujeto que durante la cuenta de uno a diez, cierre los ojos en cada número par, mientras "visualiza" la luz que mira fijamente durante los números impares. Cuando el paciente comience a dar muestras de fatiga ocular, se le imparten sugestiones de sueño. La denomina técnica del cierre ocular y la persistencia de las imágenes.
3.6) Inducción mediante imágenes mentales.
En el capítulo anterior ya hemos advertido la importancia que tiene el empleo de las imágenes mentales para el desarrollo de la hipnosis, en su conjunto, así como para la producción de diversos fenómenos como la anestesia de guante. Asimismo, el empleo de las imágenes mentales tiene un gran valor en el tratamiento de fobias y otras perturbaciones mediante hipnosis.
También hemos llamado la atención de que el empleo de imágenes mentales puede tener sus limitaciones derivadas del hecho, frecuentemente constatado en la práctica clínica, de que muchos sujetos no "activan" en realidad las imágenes que les va sugiriendo el hipnotizador sino que se limitan a escuchar pasivamente lo que éste les dice.
Tal actitud, generalmente llena de buena fe, suele basarse en el malentendido de considerar que el trance hipnótico es un estado de pasividad absoluta por parte del sujeto, - corriendo todo a cargo del operador -, por lo que ni siquiera es necesario tomarse la molestia de crear las imágenes mentales que se les van sugiriendo.
En algunos casos parece darse asímismo una incapacidad parcial o total para crear imágenes mentales, según manifiestan los interesados.
El terapeuta hará bien en indagar la causa de esta incapacidad, - muchas veces sólo aparente -, que puede deberse a un trauma, un bloqueo o a la propia constitución psicológica del sujeto. En tales casos el clínico deberá emplear técnicas de inducción alternativas, sobre todo en las primera sesiones, a fin de no generar resistencias innecesarias.
En consecuencia, antes de emplear estas técnicas, nuestro consejo es que el terapeuta responsable no dé por supuesto que el paciente puede crear imágenes visuales espontáneas a partir de las sugestiones, sino que explore concienzudamente su capacidad de visualización interna.
Una dificultad añadida radica en que las instrucciones hipnóticas clásicas (de las que autores como Fezler son herederos), suelen ser excesivamente detallistas, reduciendo el margen que tiene el paciente para adaptarlas a su propio estilo. Por esta razón en muchos casos es más eficaz emplear imágenes sugestivas menos concretas, más "borrosas", o como se diría en el ámbito del psicoanálisis, más sobredeterminadas, En consecuencia, antes de emplear estas técnicas, nuestro consejo es que el terapeuta responsable no dé por supuesto que el paciente puede crear imágenes visuales espontáneas a partir de las sugestiones, sino que explore concienzudamente su capacidad de visualización interna.
Una dificultad añadida radica en que las instrucciones hipnóticas clásicas (de las que autores como Fezler son herederos), suelen ser excesivamente detallistas, reduciendo el margen que tiene el paciente para adaptarlas a su propio estilo. Por esta razón en muchos casos es más eficaz emplear imágenes sugestivas menos concretas, más "borrosas", o como se diría en el ámbito del psicoanálisis, más sobredeterminadas,