Objetivismo.
De "La significación de la fenomenología de Husserl para la reflexión de nuestra época", de Ludwig Landgrebe.
Para Husserl, el "objetivismo" consiste en la convicción de que la verdad del mundo y del conjunto del ser del mundo reside en lo que es enunciable en el sistema de las proposiciones verdaderas de la ciencia objetiva.
La razón humana es entonces considerada como el poder no de trazar el plan del mundo como un creador, "pero sí de re-efectuar suficientemente este plan con la ayuda de los conceptos que habitan en ella, para que luego se vuelva posible inmiscuirse en el curso del mundo y transformarlo con un éxito calculable y cierto".
Desde esta perspectiva, dicha razón humana no es considerada ya como el poder de captación de la verdad tal como es en sí. "Cada vez más, la razón es entendida en su significación puramente instrumental para la autoproducción del hombre en el mundo que él produce".
Dualidad, alma y cuerpo.
Del texto "Introducción a la filosofía" de Mandrioni.
"En Platón el alma es el hombre, siendo el cuerpo un mero instrumento del principio espiritual".
Descartes legó el problema de la "comunicación de las sustancias", al asignar al "pensamiento" como la esencia del alma (res cogitans) y a la "extensión" como la esencia del cuerpo (res extensa). Al ser alma y cuerpo sustancias completas, su unión debe ser obligatoriamente sólo accidental y exterior.
Para Max Scheler, también, entre la persona y el centro vital se concibe un vínculo dinámico y causal, pero no sustancial.
Para L.Klages "entre el espíritu y la vida bipolarizada existe no sólo distinción y separación, sino también oposición violenta y esencial enemistad". (De su obra "El espíritu como adversario del alma"). Para Klages aquel espíritu es acósmico, no pertenece a este universo, y es exterior y extraño al orden vital, además es "intemporal" y "apolar" al no complementarse vitalmente con ninguna otra realidad. Su doctrina tiene connotaciones negativas de los espiritual, afirmando la unicidad o singularidad del espíritu, pues sólo se "ramifica" en cada "yo personal".
Tanto la filosofía de Klages como la de Max Scheler han sido denominadas doctrinas "trialistas", pues ven en el hombre tres substratos distintos: cuerpo, alma y espíritu. Este trialismo se manifiesta claramente, también, en la filosofía de Heinrich Rickert, y en la fenomenología trascendental de Husserl.
Existen otras corrientes de pensamiento que postulan una relación del hombre a un solo principio, como los idealistas que desvalorizan lo sensitivo (negación del valor cognoscitivo de la sensación), o los materialismos, positivismos y empirismos, que llegan hasta la negación completa de la especificidad de lo espiritual, al reducir la mente a un simple epifenómeno de lo material (materialismo marxista o freudismo).
Mente y cerebro.
De "Matière et mémoire" de Henri Bergson.
"De una manera general, el estado psicológico se nos manifiesta, en la mayoría de los casos, desbordando enormemente el estado cerebral".
"Vale decir que la relación entre lo mental y lo cerebral no es una relación constante, como no es tampoco una relación simple".
"Así nuestro estado cerebral contiene más o menos de nuestro estado mental, según que tendamos a exteriorizar nuestra vida psicológica en acción o interiorizarla en conocimiento puro".
Vida y ser.
Del texto "Introducción a la filosofía" de Mandrioni.
"La vida no es una condición del ser viviente".
El poder intrínseco de autolimitarse, de autotransformarse, de autoformarse, de autorregenerarse a partir de su intimidad, demuestra que existe en su misma esencia un vínculo unificante y finalizante que sólo puede ser expresión de una directriz inmanente al propio ser. "Por eso el valor "vida" se confunde en los vivientes con el valor "ser". "Vivir para los vivientes es ser". "O sea, el ser de ese existente denominado viviente, es vivir".
El ser viviente no es algo anterior, posterior o ajeno a la vida; es la vida misma.
El mecanicismo materialista no admitía un principio emergente distinto de la materia.
El dualismo platónico-cartesiano suponía en el hombre la existencia de dos entidades distintas, espíritu y materia, separadas una de otra.
Los vitalismos admiten la existencia de un principio distinto que dirige la materia. El aristotelismo-tomismo identifica aquel principio vital con el alma, viendo en ella la forma sustancial del viviente.
Aristóteles en su "Tratado del alma" la define así: "El alma es la entelequia primera (o acto primero) de un cuerpo natural que tiene la vida en potencia.
"La razón fundamental (de la distinción entre seres vivientes y seres carentes de vida) es la presencia en los primeros de una interioridad, espontaneidad o inmanencia, ausentes en los segundos". (La inmanencia alcanza su cumbre en la vida cognoscitiva, sobre todo en el ser dotado de conocimiento reflexivo). (Max Scheler, "El puesto del hombre en el cosmos").
Hay cuatro grados esenciales en que se presenta todo lo existente, "desde el punto de vista de su ser íntimo y propio".
En primer lugar, "las cosas inorgánicas carecen de todo centro que le pertenezca de un modo ontológico". "Toda unidad corpórea lo es sólo relativamente a una determinada ley de su acción sobre otros cuerpos".
"Un ser vivo, por el contrario, es siempre un centro óntico y forma siempre por sí "su" unidad e individualidad tempo-espacial, que no surge por obra y gracia de nuestra síntesis, condicionada biológicamente. El ser vivo es una X que se limita a sí mismo".
"En cambio, el impulso afectivo de la planta supone un centro y un medio en que el ser vivo, relativamente libre en su desarrollo, está sumido, aunque sin anuncio retroactivo de sus diversos estados. Pero la planta posee "ser íntimo", y, por tanto, está animada.
En el animal existen la sensación y la conciencia, y, por tanto, un punto central al que son anunciados sus estados orgánicos; el animal está, pues, dado por segunda vez a sí mismo.
Ahora bien: el hombre lo está por tercera vez en la conciencia de sí y en la facultad de objetivar todos esos procesos psíquicos. La persona, por tanto, debe ser concebida en el hombre como un centro superior a la antítesis del organismo y del medio.
Dijérase, pues, que hay una gradación, en la cual un ser primigenio, se va inclinando cada vez más sobre sí mismo, en la arquitectura del universo e intimando consigo mismo por grados cada vez más altos y dimensiones siempre nuevas, hasta comprenderse y poseerse íntegramente en el hombre".
Conocimiento y aprehensión.
De la obra "Les principes d´une métaphysique de la connaissance", de Nicolai Hartmann.
"Análisis del fenómeno del conocimiento (Fenomenología del conocimiento).
a) El fenómeno fundamental de la "aprehensión".
1) En todo conocimiento se encuentran frente a frente, un "cognoscente" y un "conocido", un sujeto y un objeto. La relación que existe entre ambos es el conocimiento mismo. La oposición de los dos términos no puede ser suprimida; esta oposición significa que los dos términos están originariamente separados el uno del otro, trascendentes el uno con relación al otro.
2) Los dos términos de la relación no pueden ser separados sin dejar de ser sujeto y objeto. El sujeto sólo es sujeto con relación a un objeto y el objeto sólo es objeto con relación a un sujeto. Cada uno de ellos es lo que es, sólo en relación con el otro. Ambos se hallan vinculados entre sí en estrecha relación: se condicionan recíprocamente. Su relación es una correlación.
3) La relación constitutiva del conocimiento es doble, pero no es reversible. El hecho de desempeñar el papel de sujeto con relación a un objeto es distinto del hecho de desempeñar el papel de objeto con relación a un sujeto. En el interior de la correlación, sujeto y objeto no son intercambiables; su función es esencialmente diferente. Existen entonces, en el interior de esta correlación, dos relaciones cualitativamente diferentes, que sin duda se hallan estrechamente unidas, que no pueden ser separadas, que son las dos fases de una sola relación fundamental, pero que sin embargo, consideradas por separado, tienen cada una un sentido enteramente único y no cambian nunca de dirección.
4) La función del sujeto consiste en captar el objeto, la del objeto en poder ser captado por el sujeto y serlo efectivamente.
5) Considerada desde el sujeto, esta "aprehensión" puede ser descrita como una salida del sujeto fuera de su propia esfera y como una incursión en la esfera del objeto, la cual es para el sujeto trascendente y heterogénea. El sujeto capta las determinaciones del objeto y al captarlas, las introduce, las hace entrar, en su propia esfera.
6) El sujeto sólo puede captar las propiedades del objeto fuera de sí mismo porque la oposición del sujeto y del objeto no desaparece en la unión que el acto de conocimiento establece entre ellos; ella es indestructible. La conciencia de esta oposición es un aspecto esencial de la conciencia del objeto. El objeto, aún cuando es captado, sigue siendo para el sujeto algo exterior; es siempre "el objetum", vale decir lo que está enfrente. El sujeto no puede captar el objeto sin salir de sí (sin trascenderse); pero no puede tomar conciencia de lo que es captado, sin volver a entrar en sí, sin volverse a hallar en su propia esfera. El conocimiento se realiza entonces por así decir en tres tiempos: el sujeto sale de sí, está fuera de sí y vuelve a entrar finalmente en sí.
7) El hecho de que el sujeto sale de sí para captar el objeto no cambia nada en este último. El objeto no se vuelve por lo tanto inmanente. Las características del objeto, bien que sean aprehendidas y como introducidas en la esfera del sujeto, no son sin embargo desplazadas. Captar el objeto no significa hacerlo entrar en el sujeto, sino reproducir en éste las determinaciones del objeto en una construcción que tendrá un contenido idéntico al del objeto. Esta construcción obrada en el conocimiento, es la "imagen" del objeto. El objeto no es entonces modificado por el sujeto (*), pero sí el sujeto por el objeto. Sólo en el sujeto algo es cambiado por el acto del conocimiento. En el objeto nada nuevo es creado; pero en el sujeto nace la conciencia del objeto, con su contenido, la imagen del objeto".
(*) Hay que hacer la salvedad de que en la teoría cuántica física, el observador (sujeto) sí puede hacer "real" una de las posibilidades del objeto, por el mero hecho de efectuar la experiencia (o la medida)